jueves, 25 de enero de 2018

¿Podría irse usted al cuerno con su investigación sobre la clase media?

Mafalda: historia social y políticaMafalda: historia social y política by Isabella Cosse
My rating: 4 of 5 stars

Isabella Cosse es una historiadora uruguaya especializada en la construcción social de familias e infancia… y también en la producción artística de Joaquín Salvador Lavado —aka Quino—. Con esto advertido desde el primer movimiento, queda claro cuál será el derrotero de este libro consagrado a Mafalda, híbrido de ensayo y tesis.

La autora traza una línea histórica desde la creación del personaje —1963—, más proceso que acto puntual, hasta más o menos el año 2010 —la investigación lleva por cierre 2012—; esta resulta de lo más amena en los primeros dos capítulos porque enlaza en casi cada párrafo un hecho con una o más viñetas mafaldescas. Si uno es fan de Mafalda y se sabe de memoria todas las tiras, toda la sección de preliminares se irá en un pispás. La premisa en esta parte del libro es arraigar a los personajes con la época en que fueron creados para plantear, en capítulos posteriores, una serie de teorías sobre la vigencia, la fama y la construcción del mito en torno a aquellos.

El tercer capítulo esboza las razones, siempre según Cosse, por las cuales Mafalda se volvió asunto mundial; para eso se centra en tres países: Italia, España y México. Los dos primeros queda claro el por qué, pues la recepción positiva y el encumbramiento fueron casi descabellados, correspondiendo a una coyuntura que redefinía la noción de cultura popular a la luz de ideas progresistas, plus el toque exótico de que Mafalda era sudamericana y ya saben, eso a los europeos los vuelve loquitos. Más bien lo de México suena medio caprichoso, pues a cualquier latinoamericano le parecerá que su propio país era una mejor opción de análisis. Mafalda en Perú, por ejemplo, tal vez sea el personaje argentino más popular y querido, al punto de que casi nos creemos que de verdad existe, y también proliferan ediciones piratas de sus libros —casi a la décima parte del precio de un original— y merchandising de todo tipo. No tuvimos ediciones peruanas en el ámbito formal pues la clase media —su público objetivo según Cosse— podía acceder a las de Ediciones La Flor, pero hubo una “clase popular” que se identificó furiosamente con la tira cómica y accedió a ella gracias a la piratería. Considerar esto, claro, iba a echar por el suelo o por lo menos incomodar la teoría de Cosse acerca de la identificación con una clase media de rasgos universales que acogió en todo el mundo al personaje, y ampliaría el público objetivo de la investigación afectando a las hipótesis y conclusiones.

El cuarto capítulo enumera sucesos de la historia contemporánea Argentina en los cuales, de una y otra manera, Mafalda y Quino tuvieron protagonismo. El quinto despliega todas las hipótesis con el fin de corroborarlas: Mafalda, como consecuencia de la feliz confluencia de la genialidad de Quino y las coyunturas sociales, políticas y culturales, se ha constituído como un mito eliadeano en casi todo el planeta y, como tal, es casi una personalidad de carne y hueso.

Las conclusiones, interesantes pero siempre discutibles, apuntan a la capacidad del “humor intelectual” de reflejar y operar sobre la identidad de los colectivos —más bien subculturas; aquí, Mafalda sobre la clase media—, es decir de dar testimonio y a la vez retroalimentar aquello que retrata, como cualquier producto cultural, merced a un acercamiento por igual cálido y crítico, entrelazando lo político con las vicisitudes de las esferas personales, familiares y barriales. También plantea que, por diversos motivos, Mafalda ha sido bien recibida por colectivos disímiles —desde la ultraderecha a la ultraizquierda, desde niños a adultos, mujeres y niños, ONG y grupos armados; ¡solo le falta ser icono LGBT!— en función no de los contenidos políticos sino de los afectos sociales, en lo que resultan gravitantes la edad y el género —una niña— y la actitud —contestataria—, rasgos supuestamente contradictorios que la caracterizan, así como el entramado de significaciones que emanan de la interacción de los personajes y de el amplio abanico de características con los que el público puede identificarse.

El libro se deja leer más que nada por el tema que aborda, pues adolece de todos los problemas estilísticos de los grandes ensayos sociales latinoamericanos; probablemente sea insoportable para algunos pero a los que ya estamos habituados no nos hará ruido. Más bien, centrándonos en los aportes, desde la aproximación diacrónica-sincrónica y el marco teórico —heterodoxo y alguito posmoderno—, este tributo a Mafalda y a Quino resulta fascinante. Está obsesivamente documentado —se entiende por qué: las obras de Quino se manejan de tal manera que se pueden citar casi de memoria hasta con año de edición y número de página; por lo menos me sucede a mí y obviamente también a Cosse— de tal manera que cada premisa se ratifica con un hecho o una conclusión debidamente formulada.

Pero, como ya se ha señalado, lo que falta en esta investigación es una mirada más amplia a la sociedad latinoamericana, a aquellos sectores que de clase media, como los define la academia latinoamericana, nada tienen y que arroparon a Mafalda como icono no necesariamente de la misma manera como aquella aludida clase media, profundamente investigada en estas páginas.

Una obra para fans de Quino y para sociólogos-antropólogos-comunicadores que quieren ampliar sus conocimientos sobre construcciones culturales y consumo / creación popular.


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